21.8.10

LA ARENADA

Derramaba flores para el silencio. Había plantado todo el azufre y todo el arroz del mundo en una maceta. Por eso es arenada. Y que todo cuanto sabe hace de ella una porción digna para exprimirse. Y sin embargo, le quitarán los ojos, los verbos, se derramará por los techos, ocuparán su lugar en el texto, le meterán aspas por el coño hasta que sangre toda la vida y yo no sé cómo podría abrazarla. Y por encima de mi continuarán los brazos del que persigue el verso, los brazos umbilicales de los que persiguen los hechos; pero si vacío el armario dónde esconderé el drama, dónde la esconderé a ella, que no sabe hacia dónde mirar, y no comprende tampoco cómo pudo dejar que todo esto se le cayera encima, que todo el texto la sobreviniera, cómo consintió que le ataran

las manos y el pecado,

los delirios que anegarán la historia (que se deja anegar).

Por eso tendrá que correr por los caminos, pisando siempre la misma tierra, agua que corta

y yo plantaré arroz en su pelo, para que no le haga daño su cuerpo,

para que no le importe no tener ya ojos

y algún día

le derramarán la voz por los techos

por eso es LA ARENADA

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