26.6.11

El cine es malo

Cuando regresé a casa hacía demasiado calor y abrí todas las ventanas. Iago había estado hablándome de cine y de cabritillos sobreactuando. Sobreactuando tanto que murieron. Pensé en aquel cuento, enséñame la patita por debajo de la puerta, enséñamela; me acordé de Vicent y le imaginé relatándome una versión porno de ese cuento. Vi la sonrisa entre despreocupada y un poco tímida de Eva, y me vino a la cabeza aquella historia que me contó, de madrugada, las dos sentadas en la puerta del Cinema, que una vez se rompió tanto la cabeza que llegó a su casa sangrando. Eva siempre me pareció demasiado hermosa y mientras me hablaba no pude evitar imaginármela vestida de blanco, tan pequeña, caminando volátil, la sangre derramándosele por el rostro y escurriéndosele espesa, expresionista hasta inundarle el cuerpo. Como si hubiera estado siempre dentro de El gabinete del Doctor Caligari. Y es en este instante, después de pensar en todo esto y después de haber osado, hoy, a cambiar de acondicionador, creyéndome tan arriesgada, que me atrevo a escuchar el último disco de Extremoduro y de repente necesito preguntarme —y no es que me importe demasiado— qué coño estaba haciendo yo un sábado de junio de hace trece años, a esta misma hora y si me estaría sintiendo más adolescente que ahora que escribo semidesnuda y asfixiada mientras asesino mosquitos pensando en latitudes, en el tiempo, en la climatología, en los actos y en sus consecuencias, en tu voz susurrando, en los cometas rebotándome en el pecho, reconociendo continuamente que la poesía es mala, que el cine es malo, es malo, es malo:

Que nadie sufre, eso habría que verlo; me dijo Iago.

1 comentario:

  1. Soy Vicent. Gracias por nombrarme en uno de tus escritos. Ya te he agradecido por facebook, pero he estado leyendo mas cosas en tu blog y ya que estoy te lo agradezco por aquí. Seguiré leyendo tu blog ahora que lo conozco y que me encanta. Por cierto, muchos recuerdos. Y saluda a Iago de mi parte. Bikiños.

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