Ponme otra copilla de whiskey que en nada tenemos que volver al mundo real, le dijo el hombre calvo al camarero (15:30 h.) con una sonrisa triste. Después conocí a George, el trompetista más feliz del mundo que me habló en spanglish sobre filósofos americanos y me deseó mucha suerte. Y suerte tuve: fui arrastrando los mapas hasta que el pianista me tocó un nocturno de Chopin y al fin fui capaz de encontrar algo que. La calle olía a incienso y flores y perdí el miedo al habla y hablé de la infancia, del despertar, de la imposibilidad, el azar, las coordenadas, los cables y las conexiones. Soñé con una mujer que me besaba dulcemente entre la muchedumbre mientras murmuraba cantidades inversamente proporcionales. Como si todo lo hubiera provocado yo. Pero IR siempre resulta más corto que REGRESAR y buscando una excusa el pianista me prestó un libro de Cohen y algún silencio. Mucho después pensé en la nada y en todos sus contrarios posibles. Arrastré la maleta. Málaga era de un blanco sucio en continua guerra con excavadoras, grúas y demás. En las pantallas vi quilómetros de direcciones y horas y minutos. Dios nos guarde, me dijo una señora con demasiada fe. Un niño confundió las palabras “despegar” y “despejar” y me lloró el ojo izquierdo. Pensé en la fortuna. Y sólo pude leer lo que estaba subrayado.
Me han gustado mucho tus tres partes del "Diario, en castelán"
ResponderEliminarUn gran saludo y mi admiración por lo que muestras,... y lo que envuelves en silencio.
Chopin, Cohen, Suerte, Fortuna, Ir, Volver, y algo que... Brindo por tu viaje...
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