Establecer la secuencia como base. El cine, la poesía, la música. La vida misma. La muerte. Verlo todo en una tremenda y sutil sucesión de planos. Ansiedad-reposo. Y el tránsito. ¿Qué haríamos sin la metáfora, sin conjunciones? La música es mala. La poesía es mala —Azhuma, Albayzín, Alhambra—. El cine sabe de todo. Nicole Chomette nunca disimuló nada. Me obsesiona la conjunción, lo absurdamente copulativo, Le sang d'un poète, conjuncionar el espacio y el atrezzo. Pero la poesía ya nunca sirve para nada y nada tiene que ver que esté cumpliendo los veintiocho, que tenga un billete al Sur, que busque algo que me devuelva el amor por el arpegio, que vaya a atravesar España volando y que al mismo tiempo no deje de pensar en Brouwer, en la velocidad, en la osadía, en el esfuerzo.
Muchas felicidades.
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